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MI DELIRIO EN EL ANDRADE MARÍN

El aire se vuelve espeso...Por: María de la Paz Proaño-

13:05 calor sofocante, los olores de cuerpos viejos y jóvenes afloran, una sala de quince por diez metros aproximadamente alberga a esta hora a alrededor de trescientas personas… si salgo de mi abstraimiento y pongo atención a mi alrededor, todas esas personas con rostros enmarcados en angustias, dolores físicos y quebrantos en su salud, conversan con el vecino de asiento y se cuentan sus males, talvez como desahogo, talvez como una manera de consolarse… estoy en la sala de espera de entrega de medicinas en el Hospital Carlos Andrade Marín.

Alzo la mirada, una mujer que no tendrá más de sesenta años, acompañada de alguien que la sostiene del brazo y parece su hija, llaman mi atención. Tiene la cabeza cubierta con un pañuelo, se nota que ha perdido cabello y cejas,  muestra indudable que batalla contra el cáncer; pienso en mis familiares, hombres y mujeres, que vivieron con esa enfermedad y que murieron a causa de ella (tristeza), se estremece mi cuerpo y tengo la sensación de dolor en mis pechos… el llanto de una niñita pequeña, que tiene el privilegio de gritar, patalear, llorar y quejarse por este lúgubre ambiente me saca de mi aislamiento selectivo, quién fuera ella! para que alguien se conmueva de ésta incómoda espera y la saque de aquí.

Un señor de unos setenta y tantos a mi derecha intenta descifrar las garrapatas que voy escribiendo (así le decía mi papá a mi ortografía), noto que no las entiende porque se acerca más y más a mis apuntes, su curiosidad le hace pasar un mal rato, sonrío. Quisiera contarle que este pedazo de sobre de manila en el que escribo me está sirviendo para lidiar con la frustración que se apodera de mi cada vez que vengo a este hospital, por cualquier razón… y conste que ésta vez es solo la farmacia! pero no se si hiera su susceptibilidad, así que mejor me abstengo.

Miro al lado izquierdo de la sala, veo muchos rostros de ancianos marcados de historias, una de ellos usa mascarilla, otras dos predican en alto su religión protestante y entre «rezos» y llamados a la conversión, discuten con dos damas curuchupas (de esas que abundan en Cuenca, por ejemplo) sobre sus Biblias católicas y protestantes y sobre cuál de ellas es contenedora de la verdad GUATAFOC!

Mejor sigo escribiendo: el calor es insoportable, los olores no ayudan y mi paciencia está agonizando. Otra señora de cabello blanco duerme sentada, rígida, plácidamente con la boca abierta, sin ninguna vergüenza, nada la perturba, dichosa!

Me siento extraña, soy una mujer joven, relativamente sana, y éstas visitas al hospital para chequeos médicos frecuentes me enferman realmente, y siento que soy la única así, no se si a alguien más le pasa. Pienso en esa gente que está muy enferma, que vive calvarios por su enfermedad y que encima tienen que venir aquí a lidiar con esos apáticos servidores de la salud pública que en nada ayudan a aliviar nuestras miserias… pobres! tienen que guerrear todo el fucking turno de ocho horas con gente desesperada, adolorida e impaciente; al que menos le mentan la madre tres veces en el día, razón obvia de sus lánguidas y desabridas caras.

Delante mío está cediéndole el asiento un señor de unos ochenta años a una señora de unos setenta, renegando en su machismo que una mujer sea capaz de esperar de pie que la atiendan y no él (macho cabrío de los 60’s), aunque apenas puede moverse lentamente: orgullo 1 – reumas 0.

La mamá de la niñita llorando le grita para que a sus escasos dos años a lo mucho, entienda que mamá está enferma y que no la soporta, así, textualmente (mamá, entiendes que este no es mi lugar cierto? OK), luego gira y le cuenta a una señora junto a ella, de esas que pululan y que les encanta enterarse de la vida ajena, que está decaída y que no tiene que hacer la fila porque tiene el carnet del CONADIS y que la verdad, preferiría estar sana (yo la veo saludable) pero caras vemos, enfermedades no sabemos… bien, después de ciento ochenta y siete turnos de espera, la pantalla me llama… me voy de aquí, se acabo el delirio!

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